"La Iglesia debería abrir sus puertas a todos,
en forma incondicional, tal como Cristo abrió la puerta a todos, sin tener en
cuenta quienes eran o lo que habían hecho. La salvación es dada a todos por
gracia, a través de la fe, y no por causa de hechos o comportamientos. Al
aceptar a todos, Cristo dio acceso a su perdón y a la nueva vida. Hoy, en su
Iglesia, recibimos esta vida nueva por medio de la Palabra y los sacramentos.
Al excluir a alguno de esta fuente de vida, la Iglesia se hace culpable de la
más grave forma de discriminación que existe.
La difusión del SIDA depende de realidades
culturales, sociales y económicas. La Iglesia debería cuestionar seriamente su
propio papel en el desarrollo que facilito la difusión de la enfermedad, y
desafiar a sus propios miembros y a la sociedad para tomar medidas que eliminen
actitudes de discriminación y acciones prevalentes en la sociedad.
Discriminación.
La
discriminación tiene muchas facetas:
• Inadecuado cuidado profesional para
las personas que son VIH positivos;
• Estigmatización y aislamiento de la
familia, del contexto social, de la comunidad y de la Iglesia;
• Pérdida del empleo;
• Violencia física y/o psicológica
contra personas de orientación homosexual, prostituidos y drogadictos;
• Restricciones de viajes;
• Presiones familiares y sociales sobre
lo que brindan ayuda para que no cuiden a las personas infectadas con el VIH;
• Negativa a brindar cuidados sanitarios
básicos y seguros de vida o salud;
• Registros obligatorios;
• Rechazo a brindar alojamiento;
• Actitud negativa para brindar acceso a
la educación, especialmente a los niños;
• Análisis obligatorios sin consentimiento;
"chivos expiatorios"
• Exclusión de personas, tales como
refugiados y estudiantes procedentes de áreas altamente endémicas.
Las estructuras socioeconómicas en el mundo
promueven la pobreza de ciertas comunidades y grupos, haciendo más vulnerables
a la difusión del SIDA a aquellos que no tienen privilegios. La lucha contra el
SIDA es por lo tanto una lucha contra la pobreza, el analfabetismo, la
prostitución, la drogadicción y todas las formas de desigualdad social. La
falta de información tendenciosa también contribuye a la discriminación.
Efectos de la discriminación.
1.
La
discriminación afecta profundamente a las personas. Ella conduce a la perdida
de autoestima, a sentimientos de culpa y vergüenza. A menudo las personas con
SIDA se apartan por sí mismas de la asistencia que necesitan debido al temor a
reacciones negativas de los otros. El aislamiento aumenta el sentimiento de
"ser el único con SIDA". Ansiedad, depresión y suicidio pueden ser
los resultados.
Las
personas afectadas por el SIDA necesitan ser aceptadas por la Iglesia y
conducidas, junto con todas sus emociones, al descubrimiento de su dignidad
como creadas a la imagen de Dios.
La
Iglesia debería sostener y cuidar a aquellas que se están ocupando de las
personas con SIDA, para brindarles fuerzas y coraje para continuar su
ministerio.
2. En el nivel individual:
3. En el nivel comunitario:
La
discriminación de ciertos grupos lo obliga a esconderse. La comunicación, el
contacto y la existencia llegan a ser difíciles y la transmisión del VIH se
facilita. La discriminación de las personas infectadas por el VIH es un
obstáculo serio en la lucha para combatir la transmisión de la enfermedad. La
Iglesia tiene la especial responsabilidad de reconocer estos grupos
discriminados y sus necesidades.
La
Iglesia debe poner de manifiesto las acciones discriminatorias y desafiar a sus
miembros, a la comunidad y al gobierno de información y que están altamente
expuestos a la pandemia."
En
resumen, se ve claramente cómo la Iglesia reconoce el problema actual de la
"tercera epidemia", lo analiza e inicia planes de acción para
erradicar la discriminación, ayudando a quienes padecen la enfermedad, y
condenando a aquellos que están involucrados en el acto discriminatorio.
"Declaración
de los Derechos Fundamentales de la persona que viven con el virus del
SIDA"
Aspectos legales: Considerando
• Que el SIDA, desde el punto de vista
de la medicina, es una enfermedad como las otras;
• Que el SIDA es una epidemia mundial y
que es preciso un esfuerzo colectivo mundial para detenerla;
• Que no existe peligro de contagio del
SIDA excepto a través de relaciones sexuales sin precauciones adecuadas, de la
transfusión de sangre infectada y de la transmisión de la madre infectada al
feto o al bebé;
• Que desde el punto de vista planetario
es la Humanidad la que se encuentra seropositiva, no existiendo una
"minoría" de enfermos;
• Que contra el pánico, los preconceptos
y la discriminación, la práctica de la solidaridad es esencial;
Por todo ello proclamamos:
1.
Todas las personas tienen derecho a la información clara, exacta y
científicamente fundada acerca del SIDA, son ningún tipo de restricción. Las
personas que viven con el virus del SIDA tienen derecho a informaciones
específicas sobre su condición como tales.
2.
Toda persona que vive con el virus del SIDA tiene derecho a la asistencia y al
tratamiento, suministrados ambos sin ninguna restricción y garantizando su
mejor calidad de vida.
3.
Ninguna persona que viva con el virus VIH/SIDA será sometida a aislamiento,
cuarentena o cualquier tipo de discriminación.
4.
Nadie tiene derecho a restringir la libertad o los derechos de las personas por
el único motivo de que estas personas convivan con el virus VIH/SIDA,
cualquiera sea su raza, nacionalidad, religión, ideología, sexo u orientación
sexual.
5.
Toda persona que viva con el virus VIH/SIDA tiene derecho a la participación en
todos los aspectos de la vida social. Toda acción que tienda a recusar a las
personas que conviven con el VIH/SIDA para un empleo, un alojamiento, una
asistencia o a privarlos de ello, o que tienda a restringirles la participación
en las actividades colectivas, escolares y/o militares, debe ser considerada
discriminatoria y punida por la ley.
6.
Todas las personas tienen derecho a recibir sangre y hemoderivados, órganos o
tejidos que hayan sido rigurosamente analizados y comprobada en ellos la
ausencia del virus del SIDA.
7.
Nadie podrá hacer referencia a la enfermedad de alguien, pasada o futura, o al
resultado de sus análisis para el SIDA sin el consentimiento de la persona
involucrada. La privacidad de la persona que vive con el virus VIH/SIDA deberá
ser asegurada por todos los servicios médicos y asistenciales.
8.
Nadie será sometido compulsivamente, en ningún caso, a los análisis para el
SIDA. Estos deberán ser usados exclusivamente para fines diagnósticos, para el
control de personas o poblaciones. En todos los casos de análisis, los
involucrados deberán ser informados previamente y los resultados deberán ser
comunicados por un profesional competente.
9.
Toda persona que vive con el virus VIH/SIDA tiene derecho a comunicar sólo a
las personas que él desee hacerlo su estado de salud o el resultado de sus
análisis.
10.
Toda persona que viva con el virus tiene derecho a la continuación de su vida
civil, profesional, sexual y afectiva. Ninguna acción podrá restringir sus
plenos derechos a la ciudadanía.
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