El síndrome de los “positivos”
La mala información ha creado más de
una tragedia. El padre que mata a su mujer y a su hija en Italia porque cree
que tienen Sida es un ejemplo bárbaro. Pero ¿Cómo reaccionas las personas cuyo
análisis muestra que tienen en la sangre anticuerpos del virus? Varios millones
de personas en todo el mundo están infectadas, pero no han desarrollado la
enfermedad; están sanos, aunque puedan trasmitir el virus a otros. ¿Qué sienten?
“Si los análisis dan positivo,
reaccionan de varias maneras: los que están informados correctamente lo hacen
sin sobresaltos, con moderación; buscan ayuda y posibles soluciones. Los que no
están preparados, que son la mayoría, se obsesionan con el tema y piensan
constantemente en las consecuencias futuras. Sus reacciones son de llanto y
hundimiento. Se quedan estupefactos y muchos no reaccionan hasta el día
siguiente. Algunos piensan en suicidio, pero más tarde cambian de actitud”.
Aunque se les explica que ser
positivo no es sinónimo de enfermedad, las repercusiones emocionales suelen ser
importantes. En primer lugar, se da una Sido – Fobia, donde estas personas
temen ser rechazados por su allegados si descubren que se tienen el virus; a
esto se añade mayor marginación por miedo a contagiar a sus familiares y
amigos. En este terreno desciende la actividad sexual e incluso se deja de ir a
los lugares cotidianos. Donde se relacionaban o emprendían sus conquistas
amorosas.
También se obsesionan por cuidad su
salud, sufren una ansiedad ante cualquier síntoma por diminuto que resulte. En
sus cerebros se repite el mensaje tan difundido de que el virus no mata, peri
si su cuerpo está débil podría contraer algunas de las enfermedades
oportunistas.
Aunque se les explica que sólo entre
un diez y treinta por ciento de portadores contraerán la enfermedad, el
positivo del Sida teme a la amenaza de morir, porque la enfermedad es, hoy por
hoy, incurable.
Están indefensos y no pueden
abandonar las ideas catastróficas, en principio. “haga lo que haga es igual no depende de mí”, afirman muchos de
ellos. Pero la Organización Mundial de la Salud, en su encuentro Alma – Ata,
concluyó que sí es posible hacer algo: “El
consejo a los portadores de anticuerpos positivos debería incluir información
medica adecuada así como apoyo psicológico y social, dirigido a todas las
partes implicadas, que son las personas con la enfermedad, aquellas con
anticuerpos positivos, sus familiares y
los profesionales de la salud”.
En los enfermos de Sida se cumplen
las cinco (5) frases psicológicas por las que pasan las personas a las que se
les dice que han contraído una enfermedad incurable: “Negación, irritación, negociación, depresión y aceptación”. Los
positivos no padecen ninguna enfermedad, por lo tanto esta posibilidad de
suicidio sólo puede aplicarse a los enfermos, con síntomas avanzados, que no
son capaces de aceptar la realidad.
Una encuesta del Centro de Promoción
de la Salud ya citado ofrece datos reveladores, cuando preguntan a los
portadores del virus: ¿Con qué dificultades se han encontrado hasta el
momento?, sus respuestas: Inhibiciones y temores personales. Falta de información
para hacerse las pruebas. Lo que más le ayudaría es el apoyo psicológico y una
asistencia e información adecuadas.
Sus mayores preocupaciones son: no
contagiar a familiares y amigos, ser capaces de superar el problema, llegar a
tener Sida, mantener un estado de ánimo adecuado, que cambie sus relaciones con
los demás.
Sus temores son: El derrumbe
psicológico, el recazo social, la muerte, desarrollar el Sida, los dolores físicos
y la incapacidad física.
Para la mayoría, esta situación les
ha provocado “un fuerte choque emocional inicial, acompañado de ansiedad y angustias
intensas, descontrol, depresión… Un aumento de la ingestión de alcohol, hachís
y tranquilizantes en un primer momento”. El 83% de los encuestados coinciden en
que una vez asumido el problema, disminuyen bruscamente la actividad sexual y
aumenta las preocupaciones. Los familiares y amigos reaccionan bien.
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